“NO HAY CAMINO PARA LA PAZ, LA PAZ ES EL CAMINO”.

Mahatma Gandhi
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lunes, 14 de septiembre de 2009

LÁGRIMAS DE MAR





Andaba por los cielos distraída paseando la vista en el jardín que es este Edén del Mediodía. Quería recoger un ramo de flores tricolor para adornar el recibidor pensando que a ti te agradaría. Sin embargo, un sollozo arrebatador por intensamente contenido me sacó bruscamente del embrujo para obligarme a aterrizar forzosamente a su cuidado.

Era una Lágrima pequeña algo manchada por la arena que llegaba desorientada por la pena. Le pregunte ¿qué sucede que estás tan alejada de la costa?, no contestó, quedose muy quietita y temblorosa, tanto que temí se deshiciera y con ella la rara posibilidad de entablar conversación curiosa donde quiera que se busque comunicar con lo imposible. Insistí y al rato de guardar respeto y calma, me contestó con gesto de temer no ser bien contemplada.
Lágrima.- Me escapé de mi casa, buscaba una aventura y conocer otros mundos más variables que esa masa de agua inabarcable.
Jardinera.- Eso está bien, - le daba coba para mantener la magia insospechada de aquel día de abril- ¿habrás avisado que te ibas?
Lágrima.- No, el caso es que no quiero dar un susto en casa, pero no se darán cuenta de que falto, soy pequeña y no se notará mi ausencia.
Jardinera.- Es posible, más de cualquier forma, lo sensato será mandar un ave que les dé razón de tu arribar a mi puerto de bosques y montañas, para que sepan que pueden venir a recogerte y no se pierdan en intentos inútilmente.
Lágrima.- No creas, no se esforzaran mucho por mí, ya te he dicho que no me ven, no saben ni que existo, en todo caso si lo sintieran será porque les faltara recuento en la despensa.
Jardinera.- ¿A qué despensa te refieres, no tenía noticias de ese lugar, será acaso que los mares se nutren de sirenas?
Lágrima.- No te burles de mi, no soy sirena. Bien se ve que soy una pequeña gota de mar, saladita y ...
Jardinera.- Por qué callas, continua, saladita y..., ¿a qué te refieres con saladita?
Lágrima.- Es que, como no sabía qué me encontraría fuera, cargué mi alforja de sal por si hiciera falta añadirla en otras aguas que fluyen sonrientes entre verdes paisajes y que yo busco para vivir corrientes y saltos de alturas sorprendentes.
Jardinera.- Así que, aventuras y conocer mundo, es lo que te ha hecho abandonar tu hogar y meterte en asuntos de carácter muy sobresaliente. Y sabes que si andas muy alejada de tu gente y si aumenta el calor tu líquido preciado se evaporará rápidamente?
Lágrima.- Algo sé, pero quisiera encontrar esas aguas especiales para jugar y vivir sus naturales vidas antes de regresar a la Mar, madre de todas.
Jardinera.- Ya veo, no hay quien te cambie de opinión, bien, es tu derecho. Voy a ayudarte a conseguir tu sueño. Pero tendrás que confiar en mí más que en nadie y más de lo que sospechaste te hiciera falta nunca.
Lágrima.- Sí, sí. Así lo haré, no hay problema, haré lo que me ordenes y será te lo prometo, muy convencidamente.
Jardinera.- Voy a acercar mis labios a tu cuerpo y tendrás que dejarte sorber por mi sistema, luego aunque duermas un sueño que pudiera parecerte demasiado prolongado para tu naturaleza acostumbrada a vivirte en las anchuras oceánicas, deberás mantenerte confiada.
Lágrima.- ¿Qué pretendes, beberme,? no es ese el trato, yo moriré en tu cuerpo sin remedio y nunca veré el agua dulce de mis sueños, además no deseo morir sólo cambiar de estado.
Jardinera.- Ya te lo dije, no lo comprenderás hasta que lo experimentes y además es un asunto de máxima confianza. Sé bien que lo que pido es exigente, pero eres tú quien quiere transformarse, yo sólo te presto mi materia.

Un silencio se hizo en los espacios, mundos que lucharon a golpes estrellados, la lágrima sentía el calor en aumento al mediodía y sabía que el tiempo no demoraría el paso a su agonía.

Lágrima.- Está bien, no puedo hacer más, eres el único ser que me ha visto, no puedo esperar, acepto el trato.
Jardinera.- Bien, no mantendré sin sentido tu objetivo, mas hubiera sido mejor que me apreciaras por tu libre albedrío, sin sentirte presionada por molestias que amenazan tu natural y principal estado.

Así, la gotita de sal fue succionada por labios de pétalos de flor de la mandada, que no pretendió jamás ni beber ni consumir su esencia, mas al instante la gotita fue acomodada en torrentes imposibles, no supo cómo, pero se vio instalada en la antesala de otras aguas arrulladoras que esperaban. En esa dulce quietud la gota se mecía, en el movimiento vivió experiencias no sólo desconocidas, mas bien absolutamente para ella y otros mares, simplemente del todo insospechadas. El tiempo transcurrió sin agonía, aprendió a comprenderse despacio en compañía de aguas afines y formas de sentir reveladoras. La naturaleza de su energía vital le hablaba cada día y también cada día aumentaba el coloquio con la extensión de una morada que cambiante la invitaba a descubrir los múltiples espacios siderales que están en el interior de un ente humano y que son fuente y portadores de regalos, en forma de minúsculas gotas.

Un buen día, temprano para ella, la Jardinera fue al manantial de un agua especialísima, surgía de profundidades insondables y se acercó a ellas cantarina. La melodía flotaba encandilando a los árboles, las aves, las corrientes de aire que peinaban los prados. Tal delicadeza era intencionada pues llevaba una misión secreta en sus entrañas. Recordando mecida por la música, la Jardinera prestó su sensibilidad a la empresa por la que un día fue suplicantemente demandada. Lloró con suave trascendencia pues debía verter el fruto de su ser a la contienda. La lágrima brotó y en sus humores salió mezclada con sus dones, la renovada gota por sorpresa. Ésta se vio de pronto en las afueras de un mundo que había aprendido a transitar con familiar soltura. Resbaló sin querer por la mejilla se aferró rauda a la comisura de un labio que en su cómplice mueca le regaló un beso de seda acompañado de un soplido de amor para depositarlo con un triple mortal en el caudal arroyo que la llevó por siempre al mundo del asombro.

Esta Lágrima de Mar, no se ha olvidado, vivió su sueño, se transformó, viajó, sumó experiencias y ahora ha puesto un centro por escuela, para mostrar los dones bien guardados por aguas mucho más que soñadoras, sencillamente, de vidas turbulentas, donde el secreto y tesoro de la esencia brota al son de la curiosidad, valentía y encanto por la senda.

La Jardinera llora por las gotas que debe derramar sin pretenderlo porque hay quien inconscientemente solicita de ella que haga el trabajo duro de guiarlo desde una cuna de emociones inundada hasta... su sueño Amado.