Se intuye más que verlo, llueve hacia arriba o hacia los lados, pero no lo ves, sólo lo oyes en el mejor de los casos o si no su reflejo en el titilar de las hojas de los frutales que camuflan mi ventana asomada al mundo de las maravillas.
Creo que respira, casi lo siento, imagino que debe ser así porque está viva y lo expresa sin remedio, no dejando escapar un atisbo de oportunidad, ni un instante, ni un recodo del camino se la despista.
Lo mismo que el calor sale y se eleva al cielo como los espejismos del desierto, se ve el aire reverberar. Otras la oscuridad se extiende lenta pero inexorable, la resiento y me calma. Como el día cuando estrena luz solar, todo se prepara para el momento cumbre y llega, es imparable.
La vida, arriba y parte caprichosa, surge y duerme cuando el ritmo de una música inaudible se lo acompasa cual batuta maestra y sin duda alguna al marcar la orden sostenida.
Nada sabemos de ese espacio intermedio que llamamos vida, la estrenamos a cada instante, a cada momento es un milagro irrepetible, no la turban ni pasado o porvenir inciertos. Sólo es, y reverbera por estar en su máxima condición de existir, es y eso basta, se expresa y con ello se revela fantástica. Me la muestras o donas con amores y flores que deleitan mi vida, que al final es la misma que la tuya, la que donaré un día a otro que me sigue y que he recibido cual regalo precioso de quienes me precedieron en la senda de los tiempos eternos. Y así, vamos sumando microvidas a la vida mayúscula de Todo, que es la misma Vida viviéndose así misma.
Creo que respira, casi lo siento, imagino que debe ser así porque está viva y lo expresa sin remedio, no dejando escapar un atisbo de oportunidad, ni un instante, ni un recodo del camino se la despista.
Lo mismo que el calor sale y se eleva al cielo como los espejismos del desierto, se ve el aire reverberar. Otras la oscuridad se extiende lenta pero inexorable, la resiento y me calma. Como el día cuando estrena luz solar, todo se prepara para el momento cumbre y llega, es imparable.
La vida, arriba y parte caprichosa, surge y duerme cuando el ritmo de una música inaudible se lo acompasa cual batuta maestra y sin duda alguna al marcar la orden sostenida.
Nada sabemos de ese espacio intermedio que llamamos vida, la estrenamos a cada instante, a cada momento es un milagro irrepetible, no la turban ni pasado o porvenir inciertos. Sólo es, y reverbera por estar en su máxima condición de existir, es y eso basta, se expresa y con ello se revela fantástica. Me la muestras o donas con amores y flores que deleitan mi vida, que al final es la misma que la tuya, la que donaré un día a otro que me sigue y que he recibido cual regalo precioso de quienes me precedieron en la senda de los tiempos eternos. Y así, vamos sumando microvidas a la vida mayúscula de Todo, que es la misma Vida viviéndose así misma.
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