Cuando era muy pequeña tenía una sensación de impertenencia a la
tierra que me hacía mirar a todos lados con una curiosidad hambrienta, quería
entender, lo necesitaba tanto como el aire que respiraba. Las voces que se
erguían a mi alrededor, de adultos, que trataban de sosegarme y apaciguar una
angustia que tenía forma de huida, según decían; eres demasiado imaginativa, ya
crecerás y cuando toques tierra verás que todo es mucho mas fácil y lo que hoy
parecen problemas irremediables o inmensos se irán haciendo cada vez más
pequeños ante tus ojos. Verás que tus capacidades de humano, ser privilegiado
de la creación, hecho a imagen y semejanza de Dios, que es un padre generoso, benévolo,
amoroso que cuida y protege a todas sus criaturas…
Lloré mucho, algunos dicen que de hipersensibilidad, otros
introdujeron en mi mente el concepto compasión, sonaba a lejano, de otros lugares del globo y nosotros por
aquí, por el mundo civilizado aun no teníamos suficientemente integrado…
Cuántas veces, imaginé mis pequeñas alas de mariposa azul con flecos plateados
haciendo esfuerzos titánicos por desplegarse plenamente para alzar el vuelo y llevarme
a mundos diferentes, más… buenos, pero no lo conseguía, algo me lo impedía ya
desde bien temprano, un brote de sensatez y realidad que se me iba colando por
las fisuras de la inocencia de la niñez, decían que ya daba signos de estar
creciendo y que sobre todo se me notaba en la adquisición de ciertas
responsabilidades que empezaba a asumir, como por ejemplo, fregar los platos…
Quise irme, desde que recuerdo, aunque aprendí a exteriorizar cierto grado de
complacencia con el medio, no me sentía, ni de aquí, ni ser humano, ni nada
importante que tuviera un sentido en este plano. Trataba de imitar conductas
que eran bien aceptadas y reconocidas como normales, mientras, intra realidades
tejía la mía propia, la de quien va haciendo pruebas de ensayo, acierto, error.
Siempre se me escapaba por alguna rincón imprevisto algún signo pequeñito de lo
que brillaba en el fondo de mi Ser, una rebeldía a lo establecido, a la norma,
a lo que no encontraba ni el sentido que le proferían, ni la sensatez, ni la
responsabilidad, ni nada de nada, bueno, no es del todo cierto, si le
encontraba algo, incoherencia manifiesta, doblez, tapadera, falta de claridad,
doble rasero, deshonestidad, falta de elegancia, la incorrección que pretendía
tratar de evitar se le escapaba al sistema, a la educación, a la distancia de
la esencia por todas partes y al parecer los ojos de los adultos no lo
apreciaban, mientras para un ser que quería comprender mas allá de lo evidente
trataba desesperadamente de hacer encajar dentro y fuera de sí mismo… sin
éxito.
Se han escuchado improperios de todo tipo y color, que no vale la pena
reproducir y que quien lea estas letras sabe de sobra a lo que me refiero. Pero
hoy, todo descabalga y pone pie a tierra sin más demora, porque ya no es uno el
que decide sus avatares, son estos los que se nos imponen por ley superior, de
ningún modo humana, que ya ha demostrado sus crasos errores. Es la vida,
sometiéndonos a todos a gran revisión por fuera, a la vista de los demás,
haciendo de este ejercicio la mayor oportunidad para aplicarnos por dentro,
claro, el lugar sagrado, aquel espacio íntimo, solitario, del yo con el yo
mismo, donde no hay diferencias, jerarquías, intereses de otro tipo que no sea
el autentico aprendizaje de esta aventura de vivir que en tantas ocasiones,
todas, tratamos de exponer y expandir.
Le agradecemos a todo aquel que con sus ejemplos de vida, correctos o
no, nos brindan la oportunidad de ver en el exterior la equivocación para a
continuación reunir el valor personal de hacer lo propio en nuestra existencia.
Gracias, entre muchas, porque puedo volver a permitirme el lujo de ser
todo lo que quiero en cada ocasión, porque la norma impuesta, no es la única
manera de estar, de ser, de vivirse, porque han dejado libre al ave, al reptil,
al paquidermo… que nos habita el alma global, porque hoy estamos más cerca que
nunca de darnos cuenta, que somos todos UNO, señores de un mundo que inocentemente
nos reclama que está a nuestro cuidado y que justamente la relación es
reciproca por ser está, auto reveladoramente la Realidad Responsable de nuestra
Magnánima Majestad.