“NO HAY CAMINO PARA LA PAZ, LA PAZ ES EL CAMINO”.

Mahatma Gandhi
________________________________________________________________________

lunes, 15 de febrero de 2010

EL SÉPTIMO VELO


Y decidió la doncella deslizar su último velo, un ligero nudo lo unía a la red de su recogido cabello, un pequeño gesto y un tobogán de dulzura fue revelando la belleza de su pelo negro, un brillo intenso y sano iluminaba con su contraste la blancura que hasta entonces lo guardaba.

Los invitados al festejo no daban crédito a las intensidades de sus sensaciones, sólo un gesto los delataba como los entusiasmados que eran y sin duda las bocas abiertas dejaron su huella para la posteridad, -no es para menos- se justificaban unos a otros pues la escena no tenía parangón.

Mas allá del sonido de las flautas y los olores que despedían las guirnaldas de flores al flotar en el ambiente cual nube de colores, miles de pétalos de las más bellas flores revoloteaban con la suave brisa de Mayo. Fue en ese instante que los gestos parecieron salirse de su encuadre natural, las caras ya no contenían mas sentimientos ni asombros, todo se desbordaba, cuando no pudiendo imaginar más, la verdad más bella se fue descubriendo tras ese ultimo y séptimo velo blanquísimo de la doncella.

Si decir bella es mucho, se nos queda corto el lenguaje. Si describir asombro y deleite es privilegio del gesto humano, no le llegamos con nuestra mejor expresión del rostro. Si alguna vez quisimos imaginar en nuestros mejores ensueños lo precioso de la vida, ni por mucho nos acercamos siquiera a sospechar tal nivel de perfección.

No eran ojos, ni nariz ni boca lo que el descubrimiento desveló, ni siquiera eran una figura, una piel un aroma o el brillo de una luz lo que allí se mostraban como el CANON de lo superior y magnifico. No se daba crédito y, sin embargo, en los gestos reflejados de la visión extraordinaria había un asentimiento profundo del resonar de lo cierto y lo autentico que sólo el corazón puede reconocer.

Mil caras se reflejaban en el limpísimo cristal de la belleza pura, todas las razas se atisbaban en su tesoro contenido, los colores de la variedad más extensa, el calor más tibio y confortable, la más mágica de todas las verdades se revelaba con la sencillez de quien se sabe UNO con TODO y simplemente UNO en sí mismo.

No es una doncella, ni una figura humana, no un idioma, ni raza, ni filosofía, ni ciencia circunscrita a una época o historia determinada. No, sólo UNO y en ello el más misterioso de los múltiples sentidos, el rostro del Amor hecho un gesto de complicidad con la raza humana que lo observa, y al instante siguiente o a la vez en el tiempo, ese mismo gesto interpretado desde otro nivel de comprensión con otro ser distinto que le dirige su atención, animal, mineral, elemento puro o variante en su multiplicidad.

El séptimo velo desveló la verdad desnuda con tal sencillez y confianza que no pudo ser resistida en su tentación más profunda. El ser humano tiene un recorrido interno indispensable que hacerse por y pro sí mismo. Ese viaje es único, singular, intransferible y sin duda ninguna, el más rico tesoro por descubrir en uno mismo. La belleza es tu reino, la pureza tu signo, el poder el sello que te honra y el AMOR tu único destino.


viernes, 5 de febrero de 2010

CUANDO HUYEN LAS SOMBRAS

En esa hora hechizada del día, cuando el cielo se va apagando y algo envuelve el aire hasta transformarlo en el encuadre del paisaje, comienza el proceso de interiorización de las almas, es como un timbre silente que asciende desde fondos insondables aún, para ir volcando en el instante presente, en la atención que se decide libremente mantener en vigilia y, todo sucede. Observar la transformación de la luz, el brillo y matices del ensobrado violeta sobre montado por las colinas hasta convertirlo en un gris plata que inunda la emoción hasta desbordarla, mansa, serena, invitada de lujo en los preludios deseados a tal efecto.

Imperceptiblemente la luz invierte su fuente, abandona las alturas para descender y empaparse en la Tierra, el verde alcanza luminosidad fosforescente en la copa de los árboles, los picos descarados devuelven con orgullo reflejos de poder prestado por el Sol y parecen provocarle a que repita la gesta una vez más, como un duelo de intenciones comprendidas por ambas partes y, sin embargo, eternamente apostados con placer y complicidad.

Todo quedará aquí, todo ha estado siempre aquí, algunos pasean la mirada sin ver los detalles, otros gravan en sus pupilas un cliché estandarizado pues consiguen conciliar su visión a las expectativas indicadas. Algunos, callan y mantienen los ojos fijos en un punto invisible para el resto, permanecen un tiempo así como hipnotizados por algo que ya no está fuera, le han dado permiso a su ser más elevado, el relevo de la dirección.

Piden quedarse, amanecer en el estado de quietud que han conquistado y tanto bien les hace, desayunar en silencio, saboreando el folclore de tonos naranjas y violetas con los que se enseñorea el sol al despertar. Casi ni preguntan, apenas un par de pinceladas tímidas en asuntos prácticos y cotidianos, aún siguen dentro de sí mismos. Transcurren los quehaceres habituales, la casa, comida, algo de huerta o jardín, un poco de cariño a los caballos, caricias a los animalitos pequeños que les acompañan y les solicitan unas caricias.

Vuelve la noche, el cielo se enciende de estrellas, un calor aromático emerge de la tierra y embriaga las sensibilidades deseosas de absorber lo que la vida les brinda sin contrapartida. Lloran, se dicen susurros a sí mismos, pasean o toman una infusión de flores percibiéndose más y más adentro mientras se dejan invadir por la vida de fuera. Algunos cantan, tararean nanas de la infancia, canciones de su niñez, recuerdos guardados en un baúl intangible que ha dormido un profundo y largo sueño, pero que por fin despierta.

Dulce y mansamente el encuentro se acaba, abrazos, bellas palabras de agradecimiento, regresan a sus casas, retoman un ritmo que conocen pero que no es el de ellos, ahora conocen la clave interior de su esencia y recordarán el camino de regreso a casa poco a poco, a medida que las sombras huyen de sus vidas.