“NO HAY CAMINO PARA LA PAZ, LA PAZ ES EL CAMINO”.

Mahatma Gandhi
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viernes, 5 de febrero de 2010

CUANDO HUYEN LAS SOMBRAS

En esa hora hechizada del día, cuando el cielo se va apagando y algo envuelve el aire hasta transformarlo en el encuadre del paisaje, comienza el proceso de interiorización de las almas, es como un timbre silente que asciende desde fondos insondables aún, para ir volcando en el instante presente, en la atención que se decide libremente mantener en vigilia y, todo sucede. Observar la transformación de la luz, el brillo y matices del ensobrado violeta sobre montado por las colinas hasta convertirlo en un gris plata que inunda la emoción hasta desbordarla, mansa, serena, invitada de lujo en los preludios deseados a tal efecto.

Imperceptiblemente la luz invierte su fuente, abandona las alturas para descender y empaparse en la Tierra, el verde alcanza luminosidad fosforescente en la copa de los árboles, los picos descarados devuelven con orgullo reflejos de poder prestado por el Sol y parecen provocarle a que repita la gesta una vez más, como un duelo de intenciones comprendidas por ambas partes y, sin embargo, eternamente apostados con placer y complicidad.

Todo quedará aquí, todo ha estado siempre aquí, algunos pasean la mirada sin ver los detalles, otros gravan en sus pupilas un cliché estandarizado pues consiguen conciliar su visión a las expectativas indicadas. Algunos, callan y mantienen los ojos fijos en un punto invisible para el resto, permanecen un tiempo así como hipnotizados por algo que ya no está fuera, le han dado permiso a su ser más elevado, el relevo de la dirección.

Piden quedarse, amanecer en el estado de quietud que han conquistado y tanto bien les hace, desayunar en silencio, saboreando el folclore de tonos naranjas y violetas con los que se enseñorea el sol al despertar. Casi ni preguntan, apenas un par de pinceladas tímidas en asuntos prácticos y cotidianos, aún siguen dentro de sí mismos. Transcurren los quehaceres habituales, la casa, comida, algo de huerta o jardín, un poco de cariño a los caballos, caricias a los animalitos pequeños que les acompañan y les solicitan unas caricias.

Vuelve la noche, el cielo se enciende de estrellas, un calor aromático emerge de la tierra y embriaga las sensibilidades deseosas de absorber lo que la vida les brinda sin contrapartida. Lloran, se dicen susurros a sí mismos, pasean o toman una infusión de flores percibiéndose más y más adentro mientras se dejan invadir por la vida de fuera. Algunos cantan, tararean nanas de la infancia, canciones de su niñez, recuerdos guardados en un baúl intangible que ha dormido un profundo y largo sueño, pero que por fin despierta.

Dulce y mansamente el encuentro se acaba, abrazos, bellas palabras de agradecimiento, regresan a sus casas, retoman un ritmo que conocen pero que no es el de ellos, ahora conocen la clave interior de su esencia y recordarán el camino de regreso a casa poco a poco, a medida que las sombras huyen de sus vidas.

2 comentarios:

ChAnd dijo...

¡Qué bello texto Armonía! Lo leo y me siento transportada, identificada con la placidez y luz de las imágenes que traen estas palabras... Me siento en mi espacio, en mi ciudad y en todos aquellos sitios que amo, aunque no sean los más bellos del planeta...

ARMONIA INDIGO dijo...

Querida Chand, siento firmemente que la Belleza anida en las miradas que saben buscarla. Todo es un inmenso de belleza, hasta lo que no se revela o dice. Quizás la belleza también sea una actitud y una decisión del Alma, sencillamente se vive en estado de Belleza y en él, todo surge y regresa a la fuente... nuestra fuente común querida Chand, como siempre es una felicidad sentirte cerca.
Gracias.