Aquí la Tierra, Gaia su
espíritu sublimado, reclamando atención de mis humanos, huéspedes de excepción
a la revolución natural a la que están llamados. No os diré nada nuevo, más sí
os recordaré los hilos que nos unen, con pretensión de despertar más allá de
vuestro saturado intelecto actual, al corazón que os late en el pecho y que
guarda el tesoro de la vida y de su obra suprema.
Sois, estáis en este plano con
el único propósito de transmutarlo, llegar a tomar pleno contacto conmigo y
todas mis criaturas, incluidos vosotros mismos en esta dimensión física,
concreta, material, que os ha de poner en más de un brete como enseñanza
experimentada auténtica e inequívocamente. Recuerdos que vuestras células
físicas contienen desde el origen de mi existencia, pues de ella habéis salido,
hoy humanos, ayer piedras, más tarde río, árbol, bestia.
Nada escapa al gran orden del
Cosmos, todo lo contiene, de todo se nutre, todo se aprovecha, nada se pierde.
En la escuela se os enseña “la energía ni se crea ni se destruye, sólo…” Sí,
está en vuestro ADN, la bella durmiente que recién comienza a salir de su largo
letargo. Ya es el tiempo de despertar, poner en buen uso las herramientas
internas que todos poseéis, valiosas, útiles, serviciales.
El trabajo es servir con Amor,
con entrega y compasión. Más antes de poder daros a los otros, necesitáis
amaros por lo que sois en este plano físico y aparentemente finito, limitado.
Desde un plano superior de consciencia podéis asomaros a vuestro interior y comprobar
de la vulnerabilidad de la que estáis
hechos, todos, todo. Al mismo tiempo que aprendéis a amar esa frágil ternura,
la inocencia de la niñez, la limpieza de alma que os acompaña, podéis
comprender la necesidad de religaros entre vosotros mismos para construir la
Unidad Mayor, el Alma común que compartís con los Animales, los Elementos, el
Sol, mi Ser.
Ya lo poseéis todo, este
escrito no trata de una lección magistral, es, pretende ser, un estímulo, tal
vez, El Estímulo. Es tiempo de acción, posible de mil formas y maneras. El Don
del verbo es… una bendición que debería ser usado con tanta exquisitez como
podáis brotar de vuestras entrañas. Sabed de su fuerza creadora, de la potencia
amplísima que derrama cada vez que una intención y amor se ponen a sembrar el
aire con sus dulces notas. Las palabras son decretos, más aun si las pronuncia
un Ser Humano Consciente, y todo aquel que las recibe, aunque no posea el mismo
sistema para percibirlas, las goza o las sufre. La flor sabe de tus
intenciones, el árbol agradece emocionado tus abrazos, el animal que se
sintoniza con el alma común que tú también posees, reconoce al animal superior
que te sostiene en lo alto de la pirámide de evolución.
Todos sois, somos Uno, todos
estamos conectados… vivir esto plenamente es el Paraíso, no está perdido, vive
dentro de todos nosotros, tan solo hay que atreverse a experimentarlo, darle
creatividad y credibilidad, pues el Poder está, vive en todos nosotros. Cree,
crea, ya lo haces aunque no te des cuenta, ponle luz y brillará, asombra al
Cosmos en tu despertar.
Estoy viviendo un nuevo ritmo,
es el que toca por evolución natural, con él te arrastro pues eres célula de mi
materia y te condiciono para ayudarte en la global supervivencia de este
sistema Terrestre que compartimos. Deberías reconsiderar tu tamaño y
naturaleza, conocer en qué te apoyas para vivir en mí y de mí. Desprenderme de
tu especie sería como arrancarme una parte importantísima de mi ser más
especializado. No es mi deseo ni intención, sin tu colaboración la evolución no
será completa, como en otras ocasiones, o lo logramos unidos o sencillamente
tendremos que esperar otra oportunidad cósmica. Para la cual tendremos que
volver a entrenarnos arduamente.
El Estímulo que me anima, desea
ser contagiado, expandido, compartido. Abre los ojos, despierta, mi humano.
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