“NO HAY CAMINO PARA LA PAZ, LA PAZ ES EL CAMINO”.

Mahatma Gandhi
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viernes, 14 de enero de 2011

GATUNO REGALO


Como el llorar de un niño, en la lejanía un maullar con insistencia se entendía con tremenda urgencia, era una tarde lluviosa y oscura, cuatro semanas antes de las Navidades. Cuando por fin logramos dilucidar sus rasgos entre la oscuridad, lo que sobresalía sin lugar a dudas eran sus dos ojos grandes, muy abiertos, vivísimos y clamadores de muchas atenciones. Abrimos la ventana, llegaba tiritando y sin dejar un instante de insistirnos su demanda, comida, calor, leche caliente..., no sabíamos por dónde empezar y su urgencia se torno la nuestra, pusimos al fuego la leche, desmigamos un trocito de bizcocho, le secamos con una toalla que sabíamos quedaría para otras eventuales urgencias de la misma naturaleza y algo nos tocó por dentro, sería sin duda su toalla.

Pero venía marcado, en la punta de su oreja izquierda, un pequeño corte le daba la inequívoca señal identificativa, por un lado respiramos tranquilos, seguramente sería de algún vecino y tan sólo se había extraviado en la tempestad anticipativa del invierno. Le vimos lanzarse al comedero raudo y mientras devoraba el alimento mantuvimos el respetuoso silencio de la fuerte impresión que provoca la puesta en acción del instinto de supervivencia, era sólo un cachorrillo, de no más de cuatro meses, y ya tan luchador y resistente. Se metió debajo de la chimenea, en el pequeño espacio que elevan sus patas resistentes y que sostienen un vientre de ascuas ardientes de reconfortante amistad forjada. Con otro tipo de ardor del que no quema, pero que marca, se nos coló el animalillo en el corazón. Le dijimos adiós, cuando el tiempo mejoró y comprendimos que pedía salir de nuevo al mundo, suspiramos y recompusimos el ánimo.

Una anécdota del mundo natural que, como tantos otros aspectos, nos sale al encuentro cuando menos te lo esperas. Prácticamente olvidado el asunto y en un día bien diferente, el sol invitaba a la ronda habitual, un encuentro casual con un vecino, parada de charla de cosas del campo... de repente, un maullar recordatorio para el humano y una voz que el pequeño gatito identificó como amistosa. Resultaba no ser del vecindario, si no un apegado al barrio en busca de hogar. Lo intentaba con ahínco pero, el exceso de responsabilidades le demoraban su sitio. Siguió a su voz amiga, al rastro de los perros con su amo, valiente el chiquitillo se camuflaba en los setos, mas avisaba de su presencia y carácter inconfundible. Resistió los desaires para evitar más emociones, pero no cedía. Después de una tarde de espera y unos cuantos carretillos de leña picada, él seguía erguido con su diminuta figurita desafiando a la afilada hacha, sobre un tronco grande al que le tocará el turno sin duda, más avanzado el invierno.

Le abrimos de nuevo la puerta y él acepto el gesto, ahora está en la casa, tiene un sitio de honor, casi siempre nuestros regazos. Ha conseguido hacerse su hueco, entre el resto de animales, pues su personalidad no consiente confusiones, es Gandalf el Mago, de mirada penetrante y abarcante, antifaz de trazos grises y pecho blanco como la nieve. Respiraba mal, incluso alarmante, llevamos tres semanas de tratamiento y el buen amigo veterinario ha seguido con sensible amor al animal, la mejor atención de su profesión.

Ha comenzado el nuevo año y a estas alturas, creemos que nos ha adoptado transformándonos el corazón en un espacio de amor con puertas batientes, damos gracias al cielo por este Gatuno Regalo.





2 comentarios:

Nina Maguid dijo...

Os eligió dos veces, su amor confirmado. Y el vuestro manifestado en ese corazón "de puertas batientes" que le ofreció primero los cuidados y después la libertad.
Una historia feliz y una enseñanza para asimilar dulcemente.
Abrazos con todo mi cariño.

ChAnd dijo...

Qué hermoso regalo y qué bella lección de amor; qué milagros de vida y amistad suceden cada día; ¡cuántos tenemos que vivir y lograr también!

Gracias por este bello relato.