Hoy lo he visto, asomaba en el brillo de sus ojos, eran muchos, están en todas partes. Los que tienen mayor intensidad son los recién llegados, pero no están solos, otros les acompañan protegiéndoles, aunque estos últimos, son un poquito apagados comparativamente, lo cierto es que parecen nutrirse unos de otros en aquellos aspectos más complementarios.
Me pregunto, ¿cómo ha sucedido, cuándo, dónde estaba yo?. Aullando por los rincones de mi alma, rogando porque el milagro se manifestara y, de repente esta aquí, mientras lloraba su ausencia, antes incluso de prepararle justo recibimiento. Aunque esto no es del todo cierto, se trataba mas bien de curarme la herida, una eterna que palpita en el fondo de mi alma, la nostalgia del regreso a casa, no soy la única, lo sé, muchos otros la sienten como un reclamo incesante.
Hoy he comprendido algo esperanzador para mí, pensaba que ese dolor silente era algo limitador, una especie de estigma de poca validez para la gran labor, sin embargo, una luz diminuta, pero extraordinariamente certera, ha perforado mis sombras, luego, apenas un instante después, esa luz ha irradiado millones de chispas en todas las direcciones. Por ese minúsculo espacio temporal se ha iluminado una dimensión nueva ante mi mente. No he podido atraparla, como siempre, pero la reconozco sobradamente, ha sucedido otras veces. Sé que a partir de este momento llegaran cambios importantes a mi vida, algunos contundentes y arrasadores, otros más sutiles y ensoñados tal vez, pero todos ellos necesarios para mi renacer, lo acepto y deseo también.
Espero, muy profundamente, que al compartir estas sensaciones con el Universo, éste me devuelva el cómplice guiño del contacto con seres afines, para salir de este secreto espacio personalísimo y poner lo aprendido al servicio Global.
Espero, siempre anhelo, esas Piruetas de Luz.
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